AMARSE COMO CRISTO Y LA IGLESIA

La vida cristiana es ante todo imitación de Cristo. Para hacernos entrar en comunión con los misterios de su propia vida, Jesús nos ha dejado los sacramentos, que son como jalones en el camino trazado por sus pasos. Hoy hablaremos como los sacramentos nos enseñan a AMARSE COMO CRISTO Y LA IGLESIA, (Pbro Jorge Amando Vázquez Rodríguez)

  1. MATRIMONIO
  2. ORDEN SACERDOTAL
  3. UNCIÓN DE ENFERMOS

Después de recibir el bautismo de Juan, después de retirarse al desierto para entregarse a la oración, la ascesis y la meditación de la Palabra de Dios, Jesús inicia su vida pública y su predicación, que inaugura en las bodas de Caná con el signo del agua transformada en vino.

  1. EL MATRIMONIO: LA INSTITUCIÓN MATRIMONIAL EN PELIGRO

El sacramento del matrimonio exige renovar nuestra mirada sobre la mujer. Vivimos en plena dictadura del relativismo, caracterizada por la ausencia exigida de marcos objetivos y constrictivos para las ideas y las costumbres.

La Iglesia se enfrenta hoy a dos grandes desafíos: uno consiste en acoger a quienes han sido heridos en el amor conyugal, vendar sus heridas y guiarlos en la verdad hacia Jesucristo; el otro: integrar y acompañar a las familias en situación irregular.

El sentido cristiano del matrimonio.

El matrimonio, es un sacramento sagrado y una vocación divina. Es una unión que trasciende el mero contrato social y se convierte en un compromiso espiritual y moral profundo entre dos personas.

En la Iglesia Católica, el matrimonio es uno de los siete sacramentos. Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1601), el matrimonio es «la alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole». Este sacramento no solo se basa en un compromiso humano, sino que es santificado por Dios mismo.

El matrimonio, como sacramento tiene tres finalidades

Buscar el bien de los Cónyuges: El matrimonio está destinado al bien de los esposos. La relación matrimonial proporciona un contexto donde el amor mutuo, el respeto y la ayuda recíproca pueden florecer, permitiendo a cada cónyuge crecer en virtud y santidad.

La Procreación y Educación de los Hijos: Es una de las finalidades esenciales del matrimonio. Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, encargados de transmitir la fe y los valores cristianos, y

Es signo del Amor de Cristo por la Iglesia: El matrimonio cristiano es un signo visible del amor de Cristo por su Iglesia. Como se menciona San Pablo en la Carta a los Efesios 5,25-32, el amor matrimonial debe reflejar la entrega total y el sacrificio de Cristo por su Iglesia.

Indisolubilidad del Matrimonio

La indisolubilidad es un principio fundamental en la doctrina matrimonial. Jesús enseña en el Evangelio de Mateo (19,6): «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Esta enseñanza subraya que el vínculo matrimonial, una vez establecido válidamente, no puede ser disuelto. La indisolubilidad protege la estabilidad y la permanencia del compromiso matrimonial, asegurando que los cónyuges permanezcan unidos en todas las circunstancias de la vida.

El matrimonio es la imagen preferidas en el Antiguo Testamento para describir el amor de Dios a la humanidad.

  • EL SACERDOCIO (EL ORDEN SACERDOTAL)

El sacerdocio ha sido instituido para la predicación del Evangelio y para restaurar la comunión con Dios mediante el sacrificio y la oración.

El sacramento del orden sacerdotal fue instituido por Jesucristo durante la Última Cena, cuando ordenó a sus apóstoles y les confirió la misión de continuar su obra salvadora. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1536) define el sacramento del orden como aquel por el cual «la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos».

La predicación del Evangelio es una de las principales tareas del sacerdote. Según el mandato de Jesús en Mateo 28,19-20, los sacerdotes están llamados a «ir y hacer discípulos a todas las naciones». La predicación no es solo un acto de comunicación, sino una transmisión de la verdad revelada y una invitación a la conversión.

Restauración de la Comunión con Dios

El sacerdote actúa in persona Christi, es decir, en la persona de Cristo, especialmente durante la celebración de la Eucaristía. La Misa es el sacrificio de Cristo ofrecido una vez por todas en el Calvario, actualizado en cada celebración eucarística. A través de este sacrificio, se restaura y fortalece la comunión del hombre con Dios.

Mediante el sacramento de la Penitencia, los sacerdotes tienen el poder de perdonar los pecados en nombre de Cristo (Juan 20,22-23). Este sacramento es esencial para la restauración de la comunión con Dios, permitiendo a los penitentes experimentar la misericordia divina y la renovación espiritual.

La Oración como Pilar del Sacerdocio

La oración es fundamental en la vida del sacerdote. A través de la oración, los sacerdotes interceden por el pueblo de Dios, buscan la guía divina y se fortalecen para cumplir su ministerio. La Liturgia de las Horas, que los sacerdotes están obligados a rezar, es una expresión de la oración continua de la Iglesia.

Ser consagrado en la verdad es estar inmerso en la palabra de Dios: “Tu palabra es la verdad”.

  • EL MISTERIO DE LA CRUZ (UNCIÓN DE ENFERMOS)

¿Por qué la Pasión Dolorosa?

La Pasión dolorosa de Jesús se entiende dentro del contexto del plan divino de redención. Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 599-601), la muerte de Jesús fue parte del designio eterno de Dios. Desde la Caída del hombre, Dios planeó enviar a su Hijo para redimir a la humanidad del pecado y la muerte.

La Pasión dolorosa es la manifestación suprema del amor de Dios por la humanidad. En EL Evangelio de San Juan 3,16, se dice: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único». El sufrimiento y la muerte de Cristo son una expresión del amor divino, dispuesto a asumir el dolor más profundo para rescatar a la humanidad.

Cristo se muestra siempre muy severo con quienes están faltos de esperanza y de fe, con quienes quieren excluir el dolor de la misión del Mesías.

Reproche de Pedro a Jesús sobre la Pasión. (Mt 16,21-23). ¿Por qué el sufrimiento en la Cruz?

La omnipotencia de Dios no se reduce a destruir el mal y la muerte, sino a vencerlos asumiéndolos, dejándose como traspasar por ellos.

Imitar a Zaqueo es subirnos a un árbol, el árbol de la cruz.

“La cruz es el libro más sabio que se pueda leer. Los que no conocen este libro son ignorantes, aun si conocen los demás libros. Cuando más perteneces a su escuela, más quieres quedarte en ella. El miedo a la cruz es nuestra mayor cruz. Todo está bien , si llevamos bien nuestra cruz; huir de ella significa quedarse sometido; aceptarla equivale a no sentir la amargura. Quien ama a Dios se siente feliz de poder sufrir por Él, por esa misa persona que aceptó sufrir por cada uno de nosotros”. Sufrir con Cristo, la prueba de la enfermedad.

Pedir a Dios la salud del cuerpo, La Iglesia ha orado siempre para acabar con los males naturales, y ora públicamente cuando esos males son públicos.

EL SACRAMENTO DE ENFERMOS

El deseo de separar este sacramento de cualquier referencia a la muerte, como querrían algunos teólogos, es un reflejo de la sociedad moderna materialista.

Existe también la pastoral de los moribundos.

Las propiedades y el empleo que se hace habitualmente del aceite expresan el carácter suave, penetrante y difusivo de la gracia conferida.

La Unción de los Enfermos, según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1499-1523), es un sacramento que tiene como objetivo proporcionar una gracia especial a los cristianos que enfrentan las dificultades inherentes a una enfermedad grave o a la vejez. Este sacramento implica la imposición de manos y la unción con óleo bendito, acompañados de oraciones por la salud física y espiritual del enfermo y otorga al penitente:  Fortaleza y Consuelo, para a soportar su sufrimiento con fe y esperanza. El Perdón de los Pecados: Si el enfermo no puede confesarse y la  Preparación para el Paso a la Vida Eterna