LA CORONA DE ADVIENTO

LA CORONA DE ADVIENTO, EN ESTE TIEMPO DE ESPERA GOZOSA. La Corona de Adviento es un símbolo cristiano profundamente arraigado en la tradición católica que marca el inicio del Año Litúrgico y el tiempo de preparación para la Navidad. Su uso y significado van más allá de la simple decoración navideña, con profundas implicaciones espirituales y pastorales.

El origen de la Corona de Adviento se remonta a las tradiciones precristianas de Europa del Norte, donde los pueblos germanos encendían velas alrededor de una rueda durante el invierno como signo de esperanza en el retorno de la luz solar y el calor. La Iglesia Católica adaptó esta costumbre pagana, transformándola en un símbolo cristiano de esperanza y esperanza en el nacimiento de Cristo.

El uso de la Corona de Adviento, tal como la conocemos hoy, comenzó en el siglo XVI en Alemania y se difundió ampliamente en el siglo XIX. La tradición fue adoptada por la Iglesia Católica y se extendió a otras denominaciones cristianas, convirtiéndose en una práctica común en los hogares y las iglesias durante el Adviento.

Significado de la Corona de Adviento

Doctrinalmente, la Corona de Adviento está llena de significados que reflejan la enseñanza de la Iglesia sobre la preparación para la venida de Cristo. La Corona, generalmente hecha de ramas verdes, simboliza la vida eterna que Cristo nos trae. La forma circular de la corona representa la eternidad de Dios y su amor infinito, sin principio ni fin.

Las cuatro velas de la Corona de Adviento simbolizan las cuatro semanas del Adviento. Cada vela tiene un significado específico:

  • Primera vela (morada): representa la esperanza y la promesa del Mesías.
  • Segunda vela (morada): simboliza la paz y la preparación para recibir a Cristo.
  • Tercera vela (rosada): conocida como la vela de Gaudete, representa la alegría por la inminente llegada de Jesús.
  • Cuarta vela (morada): simboliza el amor y la plena revelación del Hijo de Dios.

Algunos añaden una quinta vela blanca en el centro, encendida el día de Navidad, que representa a Cristo como la Luz del Mundo.

Espiritualmente, la Corona de Adviento nos invita a reflexionar sobre las virtudes cristianas de esperanza, paz, alegría y amor.

La Esperanza

La virtud de la esperanza es fundamental durante este tiempo de Adviento, un tiempo de expectación y preparación para la llegada de Cristo. Según el magisterio de la Iglesia, la esperanza cristiana no es una simple aspiración, sino una confianza firme en las promesas de Dios. En el Catecismo de la Iglesia Católica, se nos enseña que la esperanza es la virtud por la cual «deseamos y esperamos de Dios, con una firme confianza, la vida eterna y las gracias necesarias para merecerla» (CIC 1817).

Durante el Adviento, la esperanza se manifiesta en la anticipación del nacimiento del Salvador y en la espera de su segunda venida al final de los tiempos. La liturgia de la Iglesia nos invita a reflexionar sobre las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento y a fortalecer nuestra confianza en la fidelidad de Dios.

Paz

La paz cristiana, tal como la presenta el magisterio de la Iglesia, es más que una ausencia de conflicto; es una paz interior que surge de la reconciliación con Dios y con los demás. Jesucristo, el «Príncipe de la Paz», nos llama a ser portadores de su paz en el mundo.

La paz es un don de Dios que se recibe a través de la oración, los sacramentos y la vida en comunión con la Iglesia. En Adviento, la Iglesia nos invita a preparar nuestros corazones para recibir la paz de Cristo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación. Durante la Navidad, esta paz se celebra en el nacimiento de Jesús, quien trae la paz a la humanidad.

Alegría

La virtud de la alegría es particularmente destacada en la tercera semana de Adviento, conocida como «Gaudete» (Regocíjate). La alegría cristiana es un fruto del Espíritu Santo y está profundamente arraigada en la certeza del amor de Dios y en la salvación que nos ha ofrecido a través de Jesucristo.

El magisterio de la Iglesia subraya que la alegría no depende de las circunstancias externas, sino de la relación íntima con Dios. En Adviento y Navidad, los fieles son llamados a celebrar con alegría la buena nueva del nacimiento del Salvador. Las celebraciones litúrgicas, los cantos y las reuniones familiares son expresiones visibles de esta alegría que brota del corazón.

Amor

El amor, la más grande de las virtudes teologales, es el corazón del mensaje de Adviento y Navidad. El amor de Dios se manifiesta plenamente en el misterio de la Encarnación, cuando «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1:14). Este amor incondicional de Dios por la humanidad es el fundamento de la vida cristiana.

El magisterio de la Iglesia nos enseña que debemos responder al amor de Dios amando a los demás. Durante Adviento y Navidad, los fieles son llamados a vivir el mandamiento del amor a través de actos de caridad, generosidad y servicio a los más necesitados. La práctica de las obras de misericordia y la atención a los pobres y marginados reflejan el verdadero espíritu de la Navidad.

Prender la Velas

La iluminación progresiva de las velas cada semana simboliza la luz de Cristo que viene a iluminar la oscuridad del mundo. Es un tiempo de preparación interior, de penitencia y renovación espiritual.

La oración en torno a la Corona de Adviento en el hogar puede profundizar la vida de fe de las familias, creando un espacio sagrado para la meditación y el crecimiento espiritual. Es una oportunidad para que las familias se unan en oración, lean las Escrituras y compartan reflexiones sobre el significado del Adviento y la venida de Cristo.

Como hacerlo?

Alguno se preguntaran como hacer la oración para encender las velas de la Corona de Adviento en las próxima cuatro semanas que dura este tiempo litúrgico. 

Aquí te dejo un enlace en el que puedes encontrar un esquema sencillo para orar, junto a toda la familia. Agarra tu teléfono y escribe en el buscador: https://chilpancingochilapa.org/esquema-para-corona-de-adviento/

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