SEGUIR A JESÚS A TRAVÉS DE LOS SACRAMENTOS
SEGUIR A JESÚS A TRAVÉS DE LOS SACRAMENTOS (Pbro Jorge Amando Vázquez Rodríguez)
Sigue los pasos de Cristo a la luz de los sacramentos. La vida cristiana es ante todo imitación de Cristo
Para hacernos entrar en comunión con los misterios de su propia vida, Jesús nos ha dejado los sacramentos, que son como jalones en el camino trazado por sus pasos.
EL BAUTISMO
El bautismo, destruye en nosotros las consecuencias del primer pecado.
Aunque esta capacidad la vida misma de dios está inscrita en nuestra naturaleza, desarrollarla escapa a nuestras propias fuerzas, y, al mismo tiempo, que la infinita distancia entre la criatura y el Creador no se le permite, se apodera de él el sentimiento del absurdo de la vida, que lo disuade de buscar a Dios.
No obstante, la Encarnación reaviva la esperanza: el Verbo asumió la naturaleza humana. Esto demuestra que el hombre si puede unirse a Dios.
Dar La Espalda A La Muerte
Para recibir la vida de Dios, en un mundo dominado por la cultura de la muerte, ser bautizado significa escapar de la atmósfera asfixiante creado por los enemigos de Dios y truto de las destrucción sistemática de nuestra humanidad, de cualquier moral y de cualquier religión, de la familia, del matrimonio y de las sagradas relaciones de paternidad, maternidad y filiación.
Esta cultura no busca el bien del hombre: solo genera confusión, inseguridad y desarraigo.
Se trata de una evolución moral que cuenta con el sólido apoyo de los medios de comunicación social. Los medios de comunicación tienen la capacidad de ofrecer contenidos sumamente instructivos que configuren la perspectiva cultural e incluso espiritual.
Sin embargo se ha distorsionado la verdad con la cultura de la mentira, hoy se propicia la destrucción del matrimonio y la familia, la eutanasia, etc.
Revístanse de la armadura de Dios. (Ef 6,10-13)
“Busquen su fuerza en el Señor y en su invencible poder. Pónganse las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomen las armas de dios para poder resistir en el día malo y manténganse firmes después de haber superado todas las pruebas”.
La grandeza y la necesidad del bautismo
Algunas familias retrasan el bautismo de sus hijos por muchas razones, algunas meramente banales, que privan a hijo de la gracia que le confiere este Sacramento.
LA CONFIRMACION (PENTECOSTÉS INTERIOR)
El Espíritu Santo es, de la Trinidad, quien actúa bajo la forma de amor y no de inteligencia. Es el alma de la Iglesia. Su acción es fundamental en la celebración de cualquier sacramento
Es el Espíritu Santo quien le da vida a la Iglesia.
El conocimiento del misterio de Dios y de Cristo solo se extrae de las Sagradas Escrituras con la luz del Espíritu Santo.
No retrasar la confirmación
Confiere crecimiento y profundidad. El niño que crece acompañado del Espíritu Santo adquiere una madurez cristiana más sólida y segura. No esperemos a que nuestras sociedades materialista y privadas de Dios malogren y corrompan en lo más hondo el espíritu de los jóvenes para invitarles a recibir el don inefable del Espíritu Santo.
LA EUCARISTÍA Y LA LITURGIA
Desde la Antigüedad hasta nuestros días no ha existido ningún mártir, ningún obispo, ningún sacerdote ni fiel cristiano que no haya extraído su fuerza de la Eucaristía.
En el combate diario que se libra en nuestros corazones, para esa larga y ardua marcha por el desierto que es la existencia humana, para la gran batalla entre la ciudad de dios y la de Satanás, necesitamos el maná, el pan de los ángeles.
Un cristiano sin sacramentos y sin eucaristía es un cadáver ambulante.
Sin la presencia de Jesús-Eucaristía el mundo está condenado a la barbarie, a la decadencia y a la muerte.
Es verdaderamente difícil participar de verdad en la Eucaristía si nuestra vida es mediocre y está entorpecida por la rutina y la tibieza, o habitada por la agresividad, el odio, el rencor o una orgullosa pretensión de superioridad.
La Eucaristía fuente, cumbre y misión de la Iglesia.
La Eucaristía es «fuente y culmen de toda la vida cristiana» (LG 11), es como decir: Cristo es la cumbre, todo viene del El, Él es el «Alfa y la Omega».
Eso mismo decimos de la Eucaristía: fuente y culmen«: de allí viene todo y hacia allí va todo. Todo lo que tiene la Iglesia, tiene su fuente en la Eucaristía.
Si no bebemos de ella no tenemos la vida de Cristo en nosotros. Los santos se han alimentado de la Eucarista; es más: eran conscientes que sin ella no eran nada: nada somos sin la Gracia de Cristo: «El que no come mi cuerpo y bebe mi sangre no tiene vida eterna en él».
La Eucaristía es culmen de toda la vida cristiana, porque todo lo que hacemos debe de ser hecho con la finalidad de dar Gloria a Dios.
Cuando en la Eucarista decimos: «Por Cristo con El y en El, a Ti Dios Padre omnipotente», nos está enseñando como debemos de actuar: Todas las obras que haces en esta vida, tener que tener a Cristo como fuente y como fin: Todo fue creado por El y para El.
El culto eucarístico fuera de la misa (Adoración al Santísimo Sacramento)
El sagrario es como Betania, ese lugar tranquilo, apacible y amigable donde está Jesús.
la comunidad cristiana crezca en el amor al Santísimo Sacramento y se le ayude a celebrar cada vez más dignamente el sacrificio eucarístico, en conformidad con las normas litúrgicas y, sobre todo, con una auténtica participación interior.
“Ars celebrandi”
Es «el arte de celebrar» la liturgia con la belleza inherente a la propia celebración litúrgica.
El tema del ars celebrandi, que está en el orden del día de la asamblea plenaria, sobre el que se reflexiona a la luz de la visión teológica de la liturgia, tal como aparece en la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium.
La liturgia es acción que Cristo mismo realiza, como sumo y eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, implicando a todo su Cuerpo místico (cf. Sacrosanctum Concilium, 7).
Sobre todo en la celebración eucarística, representación viva del misterio pascual, Cristo está presente y se participa y comparte su acción en la manera apropiada a nuestra humanidad, necesitada de palabras, signos y ritos. La eficacia de tal acción es fruto de la obra del Espíritu Santo, pero exige, también, la respuesta humana.
El ars celebrandi expresa, en efecto, la capacidad de los ministros ordenados y de toda la asamblea, reunida para la celebración, de realizar y vivir el sentido de cada acto litúrgico. Es un arte que debe unirse al compromiso de contemplación y de coherencia cristiana.
Por medio de los ritos y las oraciones, es preciso dejarse alcanzar y penetrar íntimamente por el misterio.
RITO. Es un término que remite al desarrollo de las ceremonias al que el celebrante debe atenerse fielmente. El origen de la palabra se encuentra en una raíz sánscrito que significa “lo que es conforme al orden.
La importancia del silencio en la liturgia.
Nos dice el papa San Juan Pablo II en su carta apostólica del 4 de diciembre de 2003, con motivo del cuadragésimo aniversario de la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia:
“Un aspecto que es preciso cultivar con más esmero en nuestras comunidades es la experiencia del silencio. Resulta necesario para lograr la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir más estrechamente la oración personal con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia. En una sociedad que vive de manera cada vez más frenética, a menudo aturdida por ruidos y dispersa en lo efímero, es vital redescubrir el valor del silencio.
No es casualidad que, también más allá del culto cristiano, se difunden prácticas de meditación que dan importancia al recogimiento. ¿por qué no emprender con audacia pedagógica, una educación específica en el silencio dentro de las coordenadas propias de la experiencia cristiana?
Debemos tener ante nuestros ojos el ejemplo de Jesús, ´el cual salió de casa y se fue a un lugar desierto, y allí oraba´(Mc 1, 35). La liturgia, entre sus diversos momentos y signos, no puede descuidar el del silencio” (San Juan Pablo II Spiritus et Sposan. 13)”.
El silencio es la condición necesaria de la oración y la guarda de los pensamientos santos. El silencio fomenta la calidad del santo temor.