Celebración del 96 aniversario del martirio de San Margarito Flores

Homilía pronunciada durante la celebración del 96 aniversario del martirio de San Margarito Flores. Preside celebración Mons. José de Jesús González Hernández, OFM., Obispo de la Diócesis de Chilpancingo Chilapa. (Transcripción)

Queridos hermanos y hermanas:

Como anuncié en la introducción de esta misa, de que Dios nos habla nos da acontecimientos y a través de ellos él nos gobierna.

Todavía tengo presentes las palabras del papa a los obispos, cuando los obispos nos quejamos, así uno como que se queja siempre con el mayor, como un niño se queja con su papá, los papás se quejan con sus abuelos y así, y hay quien esté arribita de uno, ¿así nos quejamos verdad?

Así también nosotros nos quejamos como con el Papa Francisco. Llegamos los obispos de México y cada uno le conto lo que traía. Pero él nos dijo: “de qué se quejan ustedes, si ahí tienen a la Morenita…” y nosotros, como que ya lo sabemos, pero como que no sabemos qué hacer con la Morenita, tenemos un tesoro y no sabemos qué hacer con el, todavía, y nos quejamos, pero si, tenemos un tesoro.

Recuerdo que este mismo Papa Francisco, la primera vez que vino a México, fue al Santuario de la Virgen Santa María de Guadalupe, nos enseñó a contemplarla, no nos dijo nada, nada más quería estar con ella y todos los obispos que estábamos allí acompañando al papa. Pues viéndolo a él, sentadito viendo a la virgen, como a metro y medio de ella, ya ven que la imagen está una cámara verdad hermética, sobre una base que da vueltas, porque dicen que en la noche la resguardan porque no vaya a ser que los bandidos avienten otra bomba y la destruyan, y allí le pusieron una silla al ladito de la virgen, la giraron para que él estuviera de ladito y la estuvo contemplándola.

Ese fue el mensaje que nos dio el papá en México, en la Basílica de Guadalupe, enseñando a los obispos que la Virgen de Guadalupe, en esa tilma, está allí para contemplarse.

Yo le hago la luchita a la contemplación, tengo una imagen, réplica de la Guadalupana, y la pongo igual para verla y ahí me le quedo. Pues de tanto verla, como que te saluda, mueve su rostro como que te habla, como que te dice, como que está viva y sale uno feliz, me he encontrado con mi mamá, me he encontrado con mi madre del cielo y está viva, y entonces allí descargar tu corazón, descárgate tus pensamientos, descargar tus preocupaciones, porque delante de ella, de un ser Santo supremo mayor, es nada lo que te aflige. Eso fue lo que le dijo a Juan Diego: “es nada lo que te aflige hijo mío, acaso no sabes que aquí estoy yo?”.

Cuando uno está que no puede más ya ni dar un paso, ni saber qué hacer, que todo se cierra, que todo está perdido, que no se puede hacer nada, y , aun así dice ella, la Virgen de Guadalupe, que es nada lo que te aflige de verdad, dámelo y tú sigue, llevando mi mensaje, tú sigue, dame lo que te preocupa y sigue haciendo verdad tu misión.  Y entonces si fuéramos nosotros los Juan diegos, y lo somos en verdad, los nuevos Juan diegos. Pues ve con la imagen de la morenita, a descargar hasta la enfermedad de tu tío, ella, hasta lo cura, y tú sigues llevando el mensaje, sigue llevando el mensaje de la madre de Dios. Madre nuestra, Madre de México, sigue llevando el mensaje de la Guadalupana. Por eso decía, tenemos un tesoro y no sabemos qué hacer con el ahora.

Dios nos regala un santo, San Margarito, no tiene ni 100 años, apenas lo canonizaron, en el año 2000, entonces tiene 23 años de Santo. Ya pasaron 23 años que nos dio Dios un santo, y lo tocamos, tocamos sus restos, pues entonces igual que a la virgen, Juan Diego, nosotros vayamos también a decirle a San Margarito: “mira lo que nos aflige en Taxco, mira lo que nos aflige en Guerrero, como estamos en verdad” y contemplarle ya sea en sus restos, ya sea en su imagen, contemplarle un ratito, un buen ratito, pues es Santo y ya está con la virgen. Entonces a él, como a la Virgen, contemplándole a él, nos va a decir que le depositemos a él lo que nos preocupa, que es nada lo que te aflige, tú sigue dando buen testimonio de tu fe, tú sigue llevando este mensaje verdad, de salvación.

Y si Queremos saber cuál es el mensaje pues la palabra de Dios, hoy son las lecturas de la liturgia, que nos hablan de un templo, dedicación de la basílica la Basílica de Letrán, entonces está hablando de un templo y que ese templo pues somos nosotros donde Dios vive. Entonces Dios vive en cada uno de nosotros y San Margarito nos dice: lleven ese mensaje díganles a los demás que Dios vive en ti, Dios vive en mí y también díganles también vive en ti, no te sientas menos también vive en ti, él sí es parejito, no tiene acepción de personas, y es más, a los más indignos los hace dignos, entonces, para que nadie se escape, el señor está en cada uno de nosotros, y pues eso prediquemos. Es bonito decir que Dios vive en mí y también vive en ti, tú también lo tienes, todos lo tenemos, hasta lo dijo el mismo Papa Francisco en el Documento Fratelli Tutti: hermanos todos, hasta en los hermanos que decimos “malitos” también lo tienen y dice que a ellos hay que decirles que también lo tienen, por eso, tú puedes mirarlos con un buen gesto y hasta con unas buenas palabras, al que nosotros tenemos como malo, se debe también un buen gesto tuyo, no una condenación tuya, Dios también está contigo y eres hasta el favorito porque Dios no quiere que se pierda nadie y espera a que se convierta.

Eso sí, ¿por qué duran tanto los que llamamos malos y los buenos pronto mueren? Pues, porque el señor espera la conversión, no quiere perder a nadie, espera que se convierta,  por eso si ustedes un día se preguntan ¿por qué dura tanto el malvado, mientras que el honrado pronto se va?, pues porque Dios es paciente y espera la conversión, que recemos por él, que le digamos que tiene también esperanza de tener la salvación eterna, que no se va a perder y de hecho eso nos puede decir él (San Margarito); él pude haber dicho: yo muero por mi fe y por mi patria, para que mi patria tenga vida digna. Entonces él (San Margarito) dio su sangre, dio su vida para que su pueblo, para que su nación tenga vida digna. Entonces él puede decir eso, y podría decirnos: no se cansen de salvar almas, díganles a todos que Dios los quiere mucho y que Dios murió y hasta los mártires mueren para que tú te conviertas y no sigas ese mal camino que te lleva a la muerte, te lleva a la destrucción y tú te quieres llevar a otros de corbata, pues eso está mal, pues eso hay que decirlo.

Dios está presente entre nosotros, muy cercano en sus sacramentos, esa agua que brota del altar, no son otra cosa que la sangre de Jesús que mana de su templo, de su cuerpo, de su pecho, esa sangre, esa agua es la que salió de su corazón, entonces son los sacramentos, que donde quiera que va pasando ese río, va sanando, es decir, donde llega la reconciliación, donde llega el Santísimo Sacramento va sanando esa agua y esa sangre, van produciendo frutos de verdadero alimento para todos, quien se acerque a ellos queda curado y queda santificado.

Entonces él (San Margarito), podemos decir: pasaba largas horas rezando delante del santísimo, aquí ustedes saben dónde las pasaba desde chiquillo, dicen que se iba al santísimo y pasaba largas horas rezando y ya decía desde pequeñito: “quiero ser sacerdote”, y pasaba muchas horas en el Santísimo. Pues igual, así como contemplamos al santo, su huesito y así como contemplamos a la Virgen en su imagen, así contemplamos al Santísimo Sacramento, quédate un ratito hincado delante de él, sin despegar la mirada a Jesús, después de 20 minutos, a ver a ver si no eres otro, a ver si no cambiaste, pero aguanta hincadito, aguántate unos 20 minutos ente el Santísimo, sin decirle nada, nomás viéndolo, y después de un rato, te das cuenta de tu pequeñez, aquí está mi Dios, ¿quién soy yo?, te hace sentir su presencia y que no eres nada, pero al final eres algo porque estás delante de Él, él (San Margarito) nos puede decir eso: ve con el Santísimo y llévale tus cosas y él te va a decir lo mismo que la Virgen, lo qué te afliges no es nada, dame eso que te aflige hijo mío, dame eso, quédate conmigo y lleva mi presencia a los demás.

Pues, felicidades, por este novenario, ya estamos casi llegandole al centenario.

Quiero decirles que con esto hay que hacer más intensa nuestra devoción, nuestra veneración, nuestra cercanía y darlo a conocer, lo que nosotros aprendamos de él. Tenemos un país que está muy necesitado de San Margarito, Dios ya nos lo dio, entonces ¿qué Vamos a hacer con San Margarito para el país y para el mundo?, darlo a conocer lo que Dios hizo de él, un santo que dio su vida por su fe y por su pueblo.

Nosotros no podemos dar la vida como él, pero algo sí podemos hacer cada uno de nosotros por nuestra fe y por el pueblo, por un lado su fe, ¡Viva Cristo Rey y viva Santa María de Guadalupe! y aquí estoy, rezo y te perdono, recordemos que San Margarito, a su verdugo, todavía le dice: y no solamente te perdono (confeso a su verdugo), sino que hasta lo bendijo, y donde llevemos esto, NOSOTROS también podamos decir: no solamente te perdono, también te bendigo, ¡Viva Cristo Rey Santa María de Guadalupe! Entonces pues ¡Viva, con nuestra vida! y ¡viva con nuestra fe!, y ¡viva Taxco! y los paisanos y familiares.

Porque todavía a 100 años de su martirio, podemos encontrar raíces de este Santo, entonces pues da gusto hasta tocarlo, porque aquí anduvo, solo hay que mover un poquito la fe. Y bueno pues sacarle juguito a esto y pues pasarles ese juguito a otros que no lo tengan.

Vamos a continuar la Eucaristía, con la alegría de celebrar a San Margarito, aquí en su tierra y aquí donde están sus restos, que es una bendición de Dios, y nosotros alabamos a Dios por habernos dado a este Santo.  

Amen.